Martín Fresneda: “Donde hubo muerte, hoy hay vida”

El Secretario de Derechos Humanos de la Nación conversó con ANDUMA sobre losfresneda portada factores que influyeron para que las políticas públicas en materia de DD.HH. hoy sean protagonistas en la agenda de la nación, la recuperación de la identidad de casi 50 nietos en los últimos 12 años y la continuidad de esta lucha por la “Memoria, la Verdad y la Justicia”.

Desde 2003, la cuestión de los Derechos Humanos se instaló como política pública, ¿cómo lo vivió primero como militante y, luego, desde su rol como Secretario?

Como militante, me acuerdo de aquellos años donde la militancia por los DD.HH. era difícil. Fue una militancia heredada por la comprensión de mi propia condición de hijo de desaparecidos y con una familia destrozada por el terrorismo de Estado. Desde la recuperación de la democracia, todos mis tíos y primos, de alguna u otra forma, asumieron este rol para buscar la justa reparación por parte del Estado. Yo empecé a militar en organismos de DD.HH. en Córdoba,  cuando fundamos la organización H.I.J.O.S., pero ya había trabajado antes en una coordinadora anti represiva. Y, antes de llegar a Córdoba, cuando fui presidente del Centro de Estudiantes en mi escuela de Catamarca, había empezado con la marcha del silencio por el asesinato de María Soledad Morales. Desde ese lugar, a los 14 o 15 años, tomé el tema de la lucha contra la impunidad como una bandera. Por eso, para mí la militancia por los DD.HH.  tiene que ver con mi historial en particular, con lo que me tocó vivir con mi padre y mi madre desaparecidos y con un hermano apropiado. En mi familia, entre muertos y desaparecidos, son 8. Una familia verdaderamente lastimada por el terrorismo de Estado y con una fuerte impronta maternalista, casi un matriarcado de una abuela, que fue una de las fundadoras de las Abuelas de Plaza de Mayo en Córdoba. Es una mujer luchadora, que se pasó muchos años militando, reclamando justicia y buscando a mi hermano/ a. Y me crié con una tía hermana de mi mamá, también dirigente de DD.HH.

La militancia por los DD.HH. en los ‘90 fue una militancia difícil: no solamente se limitaron las políticas de Memoria, Verdad y Justicia, sino que en el medio se desguazaba el país, privatizaban y nos reprimían. Las luchas se conjugaban con la solidaridad necesaria con los distintos sectores que sufrían el desempleo, la persecución y la judicialización de la protesta social. Los sueños de transformación y de recuperación de un país que nos incluyera a todos se caían día a día pero la resistencia también iba creciendo.

En ese marco, yo me formé como militante. Siempre bajo el amparo de la propia organización, porque tengo el orgullo de haber formado parte de la fundación que es Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio. A los 17 años, tomé la decisión de estudiar Derecho, muy influenciado porque mi padre –que desapareció en la «Noche de las Corbatas»– era abogado laboralista y cooperó en esa obra realmente revolucionaria que fue la Ley de Contrato de Trabajo por parte de Norberto Centeno y que hoy es una conquista de los trabajadores inmensa, que costó la vida de muchos. Esa influencia fue fuerte, pero también la de mi hermano que empezó a estudiar antes que yo, fue abogado del movimiento campesino y se ocupó de trabajar esa perspectiva de lucha por los derechos. Cuando empecé a estudiar abogacía, lógicamente, la lucha, el trabajo y las decisiones colectivas me llevaron a estar en el primer juicio contra Luciano Benjamín Menéndez, como abogado querellante. Después, contra Jorge Rafael Videla, por primera vez después del juicio a las Juntas. Todo ese proceso me llevó en 2003 y 2004 a ir observando, tímidamente y descreído, qué era lo que sucedía en la Argentina. Cuando asumió Néstor Kirchner, tuvo un primer gesto que nosotros observamos con mucha atención junto con los compañeros de H.I.J.O.S.: hizo un viaje a Francia y se entrevista con Esther Tello Viscallar, la madre de Marcelo Tello Viscallar, una familia de La Plata a quiénes nosotros representábamos. Marcelo era un trabajador, un hombre comprometido con la lucha gremialista, de la mesa de Gremios en Lucha, una mesa más combativa, en aquélla época. Nosotros representamos a la familia junto con Claudio Orosz, y por primera vez Néstor Kirchner, toma un compromiso, apenas asume para con ellos allá.

Empezamos a ver gestos importantes en materia de DD.HH., gestos que no se venían dando en la historia de la Argentina, y en poco tiempo ya no fueron gestos sino que empezaron a tener políticas concretas. Yo siempre cuento que cuando lo nombran a Eduardo Luis Duhalde, dejó de ser un gesto pasó a ser política. Porque Eduardo era un importante referente para todos los militantes de DD.HH. Era quizás la persona que mejor condición tenía para poder llevar adelante lo que había que llevar adelante. Como militante, como referente jurídico, como comprensión y explicación de lo que fue el terrorismo de Estado.

Cuando Eduardo Luis Duhalde va a Córdoba, se convierte en el primer funcionario que ingresa a la casa de hijos y familiares después de muchos años. Hecho que nosotros vivimos con mucho entusiasmo. Poco tiempo después yo conozco a Carlos Zanini, a Néstor Kirchner, en el año 2004, y ya nos incorporamos a trabajar con una cercanía muy importante. Así fue que de alguna manera desde el movimiento de DD.HH. fuimos articulando y nos fuimos sintiendo incluidos, y esto tuvo que ver con la definición que, no solamente fue una definición por voluntad política, sino también con el tiempo comprendimos que ellos eran parte de esa generación. Cuando Néstor se concibió como parte de una generación diezmada, cuando en la Esma le habló a sus compañeros de aquellos años, y no solamente le pidió perdón al Pueblo Argentino, a los que estábamos vivos, sino que también de alguna forma, les pidió perdón a los que quedaron en el camino, a sus amigos, sus compañeros: «desde algún lugar nos están mirando y ojalá sepan que quizás no estuvimos a la altura de la circunstancia pero no nos guía el odio ni el rencor, nos guía la memoria y la justicia». Esas palabras de Néstor fueron muy importantes para quiénes necesitábamos el abrazo fraternal, cariñoso, afectuoso de un presidente después de tantos años de estigmatización a quiénes militábamos y a quiénes fuimos hijos de aquellos compañeros, que lucharon en definitiva para poder lograr muchas de las cosas que hoy estamos logrando. Es tan difícil lograr explicar que muchas veces las luchas históricas se terminan reduciendo en tratar de que seamos un poco más iguales y todos tengamos un poco de mejores oportunidades, que cuando uno mira la historia y mira un Néstor Kirchner y mira compañeros de aquellos años, nos damos cuenta que la reparación más importante es haber transformado la Argentina.

Un hecho simbólico para la mayoría de los jóvenes militantes fue lo que significó el hecho de bajar los cuadros de los dictadores del Colegio Militar por parte de nuestro ex presidente Néstor Kirchner, ¿Cómo fue para usted esa experiencia?

Lo viví con cierta perplejidad y sorpresa. No me lo hubiera imaginado en cuanto a la dimensión que implicó bajar a esos cuadros. Una dimensión que el tiempo me fue dando las certezas en cuanto a la batalla cultural que estaba haciendo él en ese momento. Él bajando los cuadros asume definitivamente la autoridad que necesitábamos de un comandante en jefe de las fuerzas armadas como es un presidente democrático. Cuando él también les dijo «No tengo miedo, ni les tengo miedo». Pero también dijo, a las nuevas generaciones de las fuerzas «No carguen con esa mochila llena de sangre, de los anteriores tiempos». Fueron días de alto voltaje simbólico, que luego se convirtió en transformaciones concretas. Se modificó el código de justicia militar. Se empezó a generar en la Argentina, un debate que parecía imposible. Néstor empujó desde esa fuerza que le dio la convicción de todos los años que luchó y esperó tener la oportunidad junto con Cristina y junto con toda esa camada de compañeros que llegaron y generaron una expectativa, corrió la barrera de lo imposible. Para nosotros era prácticamente imposible que se inicie la investigación y los juicios a quiénes eran los asesinos de nuestros padres. Pero también pareció imposible transformar para adentro porque muchas veces las luchas parecen reducidas o sectoriales. Pero al haber bajado el cuadro se puso a la altura de la circunstancia de la historia, teniendo la comprensión de que estaba transformando un estado de situación que la Argentina traía como tradición, que era no solamente quitarle presupuesto a las Fuerzas Armadas, sino ubicarlas en el lugar en dónde la democracia los ubica. Y el ubicarse con la autoridad ética y moral para conducir una fuerza armada desde el Poder Popular. Entonces, ese hecho no solamente significó que formó miles, como dice la frase, sino que realmente generó un nivel de expectativa y credibilidad sobre el rol del Presidente de la Nación frente a la historia y frente al futuro.

Muchas veces algunos sectores confunden las políticas de «Memoria, Verdad y Justicia» con antimilitarismo, ¿Cuál tiene que ser para usted el rol de las Fuerzas Armadas?

Yo creo que durante muchos años quiénes han puesto a las Fuerzas Armadas en las antípodas de las luchas fueron los sectores que usaron a las FF.AA. para poder neutralizar los procesos que fueron conflictivos, insurreccionales y proclamas históricas. Las sucesivas interrupciones institucionales y usurpación del poder por las armas, en definitivas eran las armas del Estado por parte de la fuerza. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner hace poco dijo claramente que las FF.AA. generaron en aquellos años un río de sangre que dividió al Estado del Pueblo. Ese río de sangre fue muy difícil poder ir angostándolo. Se tiraron muchos puentes para poder ir cruzándolo y poder hablar de un rol de las FF.AA. sin tener Memoria, Verdad y Justicia. Ha sido muy difícil poder encontrarnos nuevamente y reconocernos sin Memoria, Verdad y Justicia. Hubo etapas de la historia en los cuales se plantearon reconciliaciones en base a la impunidad y el perdón. El resultado de este proceso histórico es por el cual, por sobre todas las cosas, se dirime la verdad. La justicia es el resultado de la cristalización de un proceso de Verdad. La justicia resulta ser quién determine en definitiva como sucedieron los hechos después de tanta tergiversación y también tantas teorías que pretendieron mostrar a un país signado por dos demonios. Ese proceso de reconstrucción de los episodios, puso a la justicia en una responsabilidad clave, clara. Hoy la justicia ya determinó, no solamente en el juicio a las Juntas Militares, sino en todos los juicios que se desarrollaron durante todo estos años, que lógicamente a nosotros nos debe poner frente a una nueva etapa. Yo no digo la reconciliación del Pueblo con las fuerzas, porque nosotros no estamos enemistados con las nuevas camadas. Uno no se puede enemistar con una institución. Uno a la institución le tiene que dar un rol y tiene que hacerlo cumplir ese rol. El gran problema fue que gran parte del Pueblo argentino se sentía atemorizado por el uniforme. Se sentía engañado por el uniforme que generó un conflicto muy dramático en el Pueblo argentino. Entonces, hoy, después de tener concretadas políticas de Memoria, Verdad y Justicia, tenemos una alta responsabilidad. Lo he hablado muchas veces con Puriccelli en esos tiempos, con Nilda, con Agustín Rossi, incluso con la nueva Ministra de Seguridad, sobre la responsabilidad que hoy tenemos de encontrarnos para que de alguna forma parte de la reparación también sea el reencuentro. El reencuentro de sentir que nuestras Fuerzas, son Fuerzas que custodian los intereses del Pueblo. Que nuestras Fuerzas tengan una responsabilidad, lógicamente, en la agenda futura de un Estado democrático. Y la agenda futura no está ligado a un escenario bélico, está ligado a la inclusión social, a custodiar los intereses de una Nación frente a la problemática que hoy tiene el mundo, que no va a asignarle a las Fuerzas de seguridad una responsabilidad frente a un escenario bélico, pero sí la tienen frente a las graves problemáticas de catástrofes, o que estén ligadas a posibles violaciones de DD.HH., o cuidado del Medio Ambiente, en definitiva de los Recursos Naturales que son parte estratégica para el desarrollo de un país. La superación de la Argentina está ligada a poder atravesar este proceso de Memoria, Verdad y Justicia como un proceso virtuoso, que nos permite la perspectiva de la ampliación de Derechos. Y esa ampliación, está ligada a la recuperación de los recursos estratégicos del país.

Para incluir necesitamos YPF,  un ferrocarril que sea para los sectores que lo necesitan, poder fortalecer las economías e incluir económico, político y culturalmente a los argentinos. Esa es la etapa virtuosa que los argentinos empezamos a transitar como concepto de DD.HH.  incorporados en la matriz filosófica de un Estado. Los DD.HH. se limitaron siempre a la lucha contra la impunidad por las grandes tragedias, por las grandes matanzas que vivimos. Cuando uno puede reparar ese episodio dramático, los DD.HH.  tienen un rol clave en la inclusión social, en la dignificación del Pueblo, para lograr no solamente las libertades sino también las igualdades.

Entonces en esto se enmarca el nuevo rol de las FF.AA., en incluirse en un país, no vincularse solamente a la hipótesis bélica de países que no amenazan a la Argentina. Las  amenazas llegan desde otro lugar, incluso de miembros que son parte de la Argentina.

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Usted mencionó que una vez que se avanza en el proceso de «Memoria, Verdad y Justicia», sobre todo en relación a la cuestión de la impunidad, también se redefine el rol de los DD.HH. ¿Qué es lo que nos queda? ¿Cuál es el resto de vaso que nos queda por llenar?

Por la comprensión histórica de lo que nos sucedió como país, pero también lo que nos sucedió como región, en las distintas etapas de la historia y en el mundo también porque es un debate que tiene la comunidad internacional, hoy lo que tenemos que defender es la vida por sobre todas las cosas. Que está jurídicamente protegida, que tiene el amparo de los tratados internacionales y el de la Constitución Nacional, pero que en estos tiempos, tiene la convicción de la gran mayoría de hombres y mujeres que tenemos un espíritu democrático.

Hay que defender, la vida por sobre todas las cosas, y después las condiciones de vida. Si uno tiene esa comprensión, defender la vida tiene que estar aparejada con la inclusión social, y tiene que ver con una fuerte política de prevención sobre la posibilidad de muerte. Y en ese sentido,  uno tiene que tener un mecanismo de prevención contra la tortura, tratos crueles e inhumanos. Se tiene que trabajar fuertemente sobre las condiciones de vida de sectores que aún siguen vulnerados, y que si bien se han reducido cifras de mortalidad infantil y enfermedades que son evitables en estos 12 años de Gobierno, aún seguimos combatiendo las que están relacionadas a la Violencia Institucional y a la Violencia de Género que son temas principales en nuestra agenda política.

Preservar la vida es, no solamente evitando la muerte sino también mediante la inclusión social. Y no únicamente hablo de lo ligado a lo económico, sino también a lo cultural, al reconocimiento de valores. Les pongo un ejemplo, evitar los suicidios de los ex combatientes de Malvinas tiene que ver con el reconocimiento, a valores de un Estado que hacen a la contención y también hacen a la reivindicación como política de Estado de determinadas cuestiones. Muchas personas que han padecido situaciones de desempleo en la Argentina, han también padecido enfermedades prematuras y han caído en desgracias que en estos tiempos se evitan con inclusión social. Entonces, los DD.HH. forman parte de una herramienta fundamental, y se profundizan desde una visión progresiva en cuanto a la agenda de políticas de Estado. Siempre planteo este concepto, es muy difícil, mejor dicho era muy difícil, hablar de ampliación de derechos si no se podía recuperar esa autoría moral, ética como Estado que recuperamos después de haber implementado las políticas de «Memoria, Verdad y Justicia». Después de tener esas políticas podemos avanzar. Pero insisto, mecanismos de prevención contra la tortura es determinante en la Argentina, porque es un recurso que tiene que ver con el nuevo rol que deben tener las Fuerzas de Seguridad en un Estado democrático después de casi 32 años. Y no estoy hablando de un sistema acusador, sino de un sistema de formación en democracia, un rol diferenciado del que vienen teniendo durante todos estos años.  A su vez, vemos que existe una flagrante violación a la Ley de Salud Mental que también hay que tener la comprensión que son sujetos de derechos quienes están en esa condición de encierro. Hay también una agenda de DD.HH. en la Argentina que está ligada a los Pueblos Originarios y a los Pueblos Campesinos, que les quitan las tierras y no tienen la posibilidad de poder tener recursos porque son parte de esa argentina que quedó diezmada y sin recursos por la concentración de la riqueza en algunos pocos, quedando muchos sectores vulnerados. Creo que es determinante también el rol de la mujer frente a la realidad política del país. Estamos atravesando uno de los mejores períodos de la historia, y esos mejores períodos de la historia son conducidos por una mujer, Cristina Fernandez de Kirchner. Y a su vez, Latinoamérica también puede enorgullecerse por el rol que han cumplido las mujeres en la política. El punto es ver también qué nos pasa que distintos efectores y distintos funcionarios o la misma sociedad, todavía no puede construir ese punto de inflexión en cuanto a la cultura machista en la que vivimos, más allá de los esfuerzos que uno puede ver de políticas de estado para tratar de prevenir ese flagelo que existió siempre, no es que ahora está empeorada la situación sino que están más visibilizadas. Por suerte existe menos miedo, por lo tanto existe más masa crítica y en buena hora la argentina está en condiciones de poder vivir un punto inflexión de una masa popular que plantea Ni Una Menos. Asimismo, los DD.HH. también están ligados a los primeros pasos del hombre: la infancia la adolescencia. También hay una agenda que trabaja fuertemente la prevención  de las drogas. Las condiciones en las cuales sectores populares están frente a esa circunstancia, es un drama en donde el Estado tiene que tener un rol muy activo en la expectativa de vida, muy activo en poder trabajar sobre las motivaciones.

¿Qué nos podría contar acerca de la Secretaría de DD.HH. en el marco de estas transformaciones?

Desde la Secretaría de DD.HH., desde el concepto de Memoria, Verdad y Justicia hacia la ampliación de derechos, nosotros tenemos lógicamente un área jurídica nacional y otra internacional. En la primera llevamos adelante las querellas de los juicios de lesa humanidad y al mismo tiempo trabajamos sobre la contención y abordaje psicológico de lo que implica ser víctima de terrorismo de Estado a través del centro Ulloa. A su vez, atendemos las querellas en casi todas las provincias, siempre en el marco del área jurídica nacional. El área internacional está creada para llevar adelante la responsabilidad de defender al Estado Nacional ante todo los organismos internacionales de las distintas órbitas, ya sea de Naciones Unidas o del sistema Interamericano y para ello, tenemos un equipo muy fuerte en la Subsecretaría de Protección de los DD.HH. También hemos creado el Registro Nacional de femicidios, que tiene dos objetivos: primero uno cualitativo que hace a trabajar conjuntamente con la justicia y los distintos eslabones que se van desarrollando en la comisión del hecho ilícito que se tipifica como femicidio, por lo tanto es la incorporación de la perspectiva de género en las distintas etapas de una investigación del delito que tiene como consecuencia la muerte de una mujer, pero también la muerte motivada por cuestiones de género. El otro aspecto es el cuantitativo, o sea, arrojar cifras que nos den la posibilidad de tener un insumo no sólo para las políticas de Estado del Poder Ejecutivo, sino que también le puedan servir al Poder Legislativo para un correcto diseño de políticas públicas y adaptar las que se necesiten crear por ley, para poder al menos incidir fuertemente como Estado nacional.

Asimismo, hemos incorporado un área contra la Violencia Institucional, que tiene como objeto llevar adelante la aplicación del mecanismo de prevención contra la tortura, tratos crueles e inhumanos. Para ello estamos trabajando a través del Consejo Federal de DD.HH. en cooperación con todas las provincias para que se implemente en cada una de ellas un mecanismo local y propio para que se integre al nacional previsto por una ley. También estamos trabajando fuertemente desde ese organismo en la implementación de un sistema de informes periódicos nacionales que es un examen que de alguna manera todos los países que forman parte de Naciones Unidas tienen que rendir frente a la comunidad internacional sobre el cumplimiento de los tratados. Es decir, consiste en informar cuál es el nivel de cumplimiento y el umbral que tiene cada país en materia de DD.HH. Es un sistema periódico universal, nosotros implementamos el SIPEL como un mecanismo de monitoreo y control de cumplimiento de DD.HH. en todo el territorio nacional.

La trata es un tema que también está en agenda si bien nosotros lo trabajamos desde la perspectiva y la promoción de los DD.HH.

También trabajamos con una responsabilidad altísima con la CONADI, que es la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad, la cual se dedica en particular a una tarea muy fuerte y dolorosa, pero también muy satisfactoria. Estela de Carlotto me decía «eso es lo que más satisfacción te va a dar» y sí, la verdad que sí, haber sido secretario de DD.HH. cuando encontramos al nieto de Estela, pero también cuando encontramos la identidad de 8 nietos, ha sido un orgullo en mi gestión, porque fortaleció la CONADI como ninguna otra área del Estado porque son los desaparecidos en vida, son nuestros hermanos, son los que cada día que pasa tienen un día menos de vivir en donde debieran haber vivido siempre, en la verdad, en su vida, en lo cotidiano, con sus afectos, con la verdad definitiva. Eso es una carrera contra el tiempo.

Por otra parte, desarrollamos el proyecto Iniciativa Latinoamericana que es un área de investigación muy fuerte para poder suspender los efectos de la desaparición forzada en la Argentina. Encontrar el destino final de los desaparecidos es una tarea muy fuerte que lleva el Estado con un acuerdo y una cooperación inmensa del Equipo Argentino de Antropología Forense, un equipo que realmente nos prestigia como argentinos. En otro orden, hemos diseñado el Archivo Oral de las Historias de vida de Malvinas, en conjunto con el Ministerio de Educación, de Cultura y Defensa. Son quizás algunas perlitas que desde esta secretaría quedarán porque para mí poder cooperar en la comprensión de que Malvinas forma parte de un periodo de la historia, y haberlo disociado durante tantos años, (habiendo sucedido durante el terrorismo de estado), y desatendido lo que les sucedió a nuestros soldados en Malvinas, era realmente un despropósito en la historia. Como también es importante a la memoria histórica haber podido generar la Dirección Nacional de Sitios de Memoria. Donde hubo muerte, hoy hay vida, hoy hay educación, hoy existe la pedagogía para la democracia. En esos lugares en donde muchos argentinos, no solamente perdieron la vida sino que les hicieron perder lo mejor que tiene un ser humano que es la condición de la vida y la dignidad de vivir y estar frente a tus propios compatriotas discutiendo que nos puede pasar como país, sometidos a lo peor de la condición humana, un hombre torturando a otro/a, llevándolos/as a esos niveles inaceptables para la vida misma, para el Estado mismo, para la condición de humanidad es que hemos trabajado fuertemente para que los sitios de memoria en Argentina, realmente sean una herramienta pedagógica para la garantía de la democracia y, sobre todas las cosas, la garantía de no repetición.

Educar en DD.HH. en donde violaron los DD.HH. es un concepto que implementó Néstor Kirchner y que nosotros fuimos muñéndolo. Y quizás esto se dio porque formo parte de una generación distinta, no digo que es mejor ni peor, la memoria tiene la responsabilidad de incluir a todas las generaciones. El dialogo intergeneracional es el encuentro que provoca la memoria.

En ese lugar deben convivir todas las generaciones que puedan discutir, reflexionar y crear. Crear a partir de la vida misma, de la experiencia y del respeto, por sobre todas las cosas del nuevo sujeto y actor político que son los jóvenes, quienes no vivieron las cosas que vivieron nuestros mayores pero que ya tienen una perspectiva de la historia y del futuro. Antes de ello, la cuestión de la memoria había sido concebida siempre como algo que “solamente aquellos que la vivieron pueden hablar».

También estamos trabajando sobre la temática de Pueblos Originarios, ya que es importante tener desde la secretaria una articulación directa con el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), y con distintas provincias, un área que proteja los derechos de los pueblos originarios en particular frente a la vulneración de derechos. Es un sector que está ligado a la defensa jurídica de esos derechos y también a la defensa de su territorio frente a la posibilidad de desalojo que, si bien es competencia directa del INAI la aplicación de la ley 26.160, es preocupación de esta Secretaría cuando se vulnera. Hemos creado también, la Dirección de Género. La secretaria trabaja sobre las problemáticas de muchas mujeres, que no solamente son todas sobre la especificidad del femicidio, sino que también está ligada al rol de la mujer, que forma parte del cotidiano de nuestras vidas.

Por último, la reparación de legajos también forma parte de nuestra agenda y el Archivo Nacional de la Memoria. Poder tener un archivo que pueda recopilar qué es lo que sucedió en la historia, y que no se limite solamente al periodo del terrorismo de Estado, sino hacer un archivo de la historia, de las historias de violaciones de los DD.HH. en la Argentina, es un desafío inmenso y un patrimonio que nos sirve siempre para no repetir los peores momentos de la historia.

Martín Fresneda es abogado, hijo de desaparecidos en la última dictadura cívico-militar y fundador de la agrupación H.I.J.O.S. de Córdoba. Tiene una amplia trayectoria en militancia en DD.HH. desde su secundario en la provincia de Catamarca, en las épocas de lucha contra la impunidad del caso María Soledad Morales. Como abogado, representó a las querellas en varios juicios por delitos de lesa humanidad realizados en territorio cordobés, como a Luciano Benjamín Menéndez, Luis Fernando Estrella y Jorge Rafael Videla.

Tomás y María de las Mercedes

Tomás Fresneda y María de las Mercedes Argañaraz fueron secuestrados en julio de 1977 durante La Noche de las Corbatas, una serie de operativos en los que la dictadura desapareció a un grupo de abogados laboralistas de Mar del Plata. Él había militado en la Juventud Peronista y se había convertido en una molestia por representar a trabajadores y comisiones gremiales. Los Fresneda ya tenían dos hijos, Ramiro y Martín, y María de las Mercedes esperaba al tercero. En el momento del secuestro, cursaba el quinto mes de embarazo.

Los niños, que tenían cuatro y dos años, presenciaron el operativo y fueron sacados de su casa junto a su madre. Como en realidad al que buscaban era al padre, los llevaron a todos al estudio jurídico, donde Fresneda se presentó y entregó desarmado, sabiendo que la patota tenía a su familia. Por el testimonio de sobrevivientes, años más tarde se conocería que el matrimonio fue llevado a La Cueva, el centro clandestino de detención que funcionó en la Base Aérea de Mar del Plata. El tercer hijo de la pareja todavía no fue restituido.

Los chicos quedaron con sus abuelos y luego se criaron con una tía, en Catamarca. Los dos estudiaron Derecho. En 2012, fueron llamados a declarar como testigos en el juicio oral por la desaparición –entre otros casos– de sus padres, y en el que están imputados 16 policías y militares que actuaron en los centros clandestinos de Mar del Plata y Necochea. Ramiro, que es el mayor, dijo que nunca se olvidó de la imagen de su madre agarrándose al marco de una puerta para que no se la llevaran. Martín, que tenía dos años y medio, hizo un relato según la reconstrucción que pudieron hacer en los años que siguieron.

 

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